Ver PDF de la noticia (¿Es posible un Pacto de Estado en sanidad?)
En nuestro reciente libro Qué está pasando con tu sanidad ([1]) se habla de la necesidad de un Pacto de Estado para abordar los grandes retos de nuestro sistema sanitario. Entendiendo, en nuestra propuesta, por Pacto de Estado no simplemente un acuerdo entre Administraciones, sino con implicación en el mismo de los distintos agentes del sistema.
La envergadura de los retos parece indicar que solo un Pacto de Estado permitirá su abordaje. Ahora bien, ¿es realista esta posición?, ¿es posible un pacto de Estado?
¿Pacto de Estado o reformas posibilistas?
¿Pacto de Estado o reformas posibilistas? era el lema que llevaba el documento Diez temas candentes de la Sanidad española para 2017 ([2]), contraponiendo las reformas al Pacto. Se partía de reticencias al Pacto, puesto que algunos presentaban el Pacto de Estado por la Sanidad como la panacea universal de todos los males del sistema. Por otra parte, se constataba el distinto alcance del Pacto para los diferentes proponentes. Para muchos era un acuerdo para que nada cambie, mientras otros parecían referirse a un big bang que cuestionaba todos los componentes del sistema y permitía empezar de cero.
En el libro comentado, Qué está pasando con tu sanidad,vuelve a plantearse un Pacto de Estado, bien es verdad que con contenidos, una especie de Pacto de Estado para reformas posibilistas. Esto se basa en la complejidad de los problemas y la necesidad de largos espacios de tiempo para ciertas reformas, lo que obliga a un consenso básico.
No obstante, esto no es un problema solo del sector sanitario. Para que haya un Pacto de Estado tiene que haber un marco político general que lo haga posible. El reiteradamente fracasado Pacto por la Educación nos hace ser extremadamente cautelosos en cuanto a su viabilidad. Nada peor que proponer un objetivo imposible.
El marco político general en España
La situación en España ha sido brillantemente analizada en el libro de Tom Burns Marañón, Entre el ruido y la furia ([3]).
Hay una crisis de bipartidismo que caracterizó el largo reinado de Juan Carlos I. Burns Marañón achaca esta crisis del bipartidismo a la transformación de los partidos políticos en lo que llama la partitocracia (bonapartismo, predominio de los personalismos sobre los principios, férrea disciplina, no entusiasmo alguno por las ideas y debates internos, endogamia) y a una Ley electoral, que da un poder omnímodo a los órganos de dirección de los partidos y hace que los cargos electos respondan más al aparato del partido que a los votantes.
Las consecuencias de todo esto es que en la primera parte del reinado de Juan Carlos I los mejores estaban en el centro de la vida pública; mientras que, en la segunda parte, predominan los tipos de mente funcionarial y burocrática; o adanistas, que partían de cero, levantando expectativas imposibles de cumplir, como fue bien visible en el errático gobierno de Rodríguez-Zapatero.
La desaparición del bipartidismo fue en fases, Así como en la elecciones de 2008, PSOE y PP retuvieron el 84% de los votos emitidos; el hundimiento del PSOE hizo bajar este porcentaje al 73% en las del año 2011; y ya en las del 2015, con el desplome del PP, PSOE y PP apenas obtuvieron el 50% de los votos.
Esto hizo que aparecieran nuevos actores, como Ciudadanos y Podemos.
Mientras, los partidos tradicionales –que algunos llaman dinásticos- estaban en situación agónica: el PP, atenazado por la corrupción, la parálisis y el populismo que afecta a gran parte de los partidos de centro-derecha en Europa; el PSOE, hundido en el radicalismo, al que le condena la continua mirada de reojo a Podemos.
Europa: del acuerdo sobre el Estado del bienestar al consenso de la austeridad
El Estado del Bienestar –la protección desde la cuna hasta el lecho de muerte- es fruto del consenso de la postguerra entre los partidos socialdemócratas y democristianos.
Cuando la Gran Recesión redujo drásticamente los ingresos fiscales, el convenio se convirtió en impracticable.
El nuevo consenso político era la austeridad y la reducción del gasto público. Con ello, las políticas de centro izquierda, que tenían como eje el mantenimiento del Estado protector dejaban de ser verosímiles.
Esto ha llevado a la situación de los partidos tradicionales en Europa: el desprestigio de Blair y Schroeder, ha conducido a los partidos socialistas al radicalismo (Reino Unido) o a la irrelevancia (Francia, Grecia, Italia). En cuanto a los partidos de centro derecha, todos ellos están sacudidos por el populismo de derechas ([4]).
La repercusión de este marco político en el sistema sanitario en España
El primer seguro sanitario público fue instaurado en España en 1942, en la época de José Antonio Girón de Velasco. Fue refundado en 1986 con la Ley General de Sanidad, catalizadora de grandes cambios, con el voto en contra del PP. No obstante el PP, aunque tardíamente, se incorporó al consenso de la Ley en 1998, en la época del Ministro Romay.
Este consenso se ha roto. Esto se manifiesta, por parte del PP, en la aprobación del RD 16/2012, con la pintoresca vuelta al sistema de Seguridad Social, con titulares y beneficiarios, aunque eso ha sido más enunciativo que real, y retrocesos en el camino hacia la universalidad; y, sobre todo, con las previsiones del Programa de Estabilidad, que saca a España de los estándares de los sistemas sanitarios de los países avanzados. En cuanto al PSOE, en su vuelta al radicalismo, participando en las mareas blancas, con sus reticencias en cuanto a las distintas formas de colaboración público/privada, haciendo sinónimos servicio público con gestión pública directa; y defendiendo presuntos blindajes del Sistema Nacional de Salud.
En resumen, una crisis del edificio bipartidista; fuerte irrupción de Podemos, con sus posiciones anti-sistema; y, pronunciado fortalecimiento del soberanismo en Cataluña; con su repercusión en las políticas en sanidad.
¿Es este el momento más adecuado para un Pacto de Estado en sanidad?
En este contexto, podría decirse que el momento no está para pactos. Sin embargo, es cierto que también es el momento de recuperar ciertos consensos básicos y que la sanidad podría ser uno de ellos. Es el momento de hacer política inteligente.
El Pacto que se propone debe ser inclusivo. Desde este punto de vista nos planteamos si la reciente moción aprobada en el Congreso de los Diputados ([5]) puede ser la base de un pacto o es, más bien, una manifestación más de la política de “cordón sanitario” para excluir al PP de ciertos consensos.
Con un marco de propuestas razonables e inclusivas, el sector sanitario puede estar bien preparado para un Pacto sobre reformas posibilistas, siempre que las reformas sean realmente posibilistas y el Pacto no sea solamente entre Administraciones sino que implique a los muy distintos agentes del sector.
[1]Sevilla, J, Riesgo, I
Qué está pasando con tu sanidad
Editorial Profit, 2018
[2]García Vargas, J, Belenes, R, Riesgo, I
Diez temas candentes de la Sanidad española para 2017, Diario Médico, 2017
[3]Burns Marañón, T
Entre el ruido y la furia
Galaxia Gutenberg, 2018
[4]Mueller, JW
Europe Forgot What “Conservative” Means
Foreign Policy, March 21, 2018, http://foreignpolicy.com/2018/03/21/europe-forgot-what-conservative-means/(consultado 12 mayo, 208)
[5]Aprobada la moción del PSOE para impulsar “otro” SNS
Diario Médico, 10-05-208, http://www.diariomedico.com/2018/05/10/area-profesional/sanidad/aprobada-la-mocion-del-psoe-para-impulsar-otro-sns-(consultado 12 mayo, 018)