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¡Cuidado con Julio Villalobos!
La profesión de gestor sanitario no tiene mucha consideración en nuestro país, sobre todo en el ámbito público. Las decisiones de los gestores se hayan emparedadas entre las intervenciones de los políticos (que no suelen ser expertos en distinguir los límites y los alcances de la política y la gestión y muchas veces se ponen a hacer gestión no profesional, en vez de tomar decisiones políticas) y los profesionales sanitarios (que, al decir de ciertos políticos, siempre tienen razón y lo único que tiene que hacer el gestor es dársela, a lo que algunos «injustificadamente» se resisten).
En ese contexto el espacio para la labor del gestor sanitario es muy estrecho. Por eso hay tanto gestor sanitario que se dedica a buscar el punto de equilibrio entre lo que puedan pensar los políticos y lo que no moleste a los profesionales, una manera segura de que las instituciones sanitarias carezcan de un proyecto ambicioso de cambio y modernización.
– Un momento, ¿quién ha dicho que no hay gestión sanitaria en el país?
Es la voz de Julio Villalobos y mucho cuidado con llevarle la contraria. Es pacífico, pero si se cuestionan ciertas cosas, Julio, sin llegar a la violencia, puede casi aproximarse a ella.
Julio ha dedicado toda su vida a la gestión sanitaria, es realmente uno de los creadores de esta profesión en España y, a pesar de su gran cordialidad, es hombre de convicciones firmes sobre unos pocos puntos:
– La necesidad de la gestión sanitaria profesional
– El carácter diferenciado y el cuerpo de conocimientos específicos de la gestión sanitaria, distintas a las necesarias habilidades y roles de los políticos o de los profesionales asistenciales
– El gran poder de transformación de la gestión, cuyo gran papel es generar un proyecto de futuro para las instituciones sanitarias, orientándolas hacia la innovación y con un impulso al cambio
Mucho cuidado con llevarle la contraria a Julio en estos temas. No llegará la sangre al río, pero una discusión en profundidad está asegurada.
Julio es un modelo para los gestores sanitarios por varias razones: por su capacidad de generar un proyecto de futuro para una institución, por su defensa del mismo hasta a veces “quemarse” en esa defensa, por su capacidad de interlocución respetando los distintos ámbitos de actuación con los políticos y su entendimiento y diálogo con los profesionales más valiosos.
Esto es lo que ha hecho que Julio haya marcado su impronta por aquellos sitios por los que ha pasado como gestor, y ha podido generar, impulsar y hecho realidad proyectos tan ambiciosos como lo que hoy es el Hospital Negrín, en Las Palmas. Cualquiera que conozca un poco la historia de ese hospital sabe que esa espléndida realidad no hubiera sido posible sin el esfuerzo y la entrega a lo largo de muchos años de Julio Villalobos. Es cierto, que también gracias al esfuerzo de otros muchos excelentes colaboradores, entre los que destaca nuestro amigo Diego Falcón, pero es que rodearse de buenos colaboradores y mantenerlos activos e ilusionados es, tal vez, la primera capacidad de un gestor.
Marketing estratégico, reingeniería de procesos, cuadros de mando, planes funcionales, transformación digital de organizaciones sanitarias,… todos esos conceptos los maneja perfectamente Julio.
Pero hay una cosa en la que permanece anclado en el pasado y sin capacidad de superación: no sabe manejar una agenda electrónica. Utiliza una rudimentaria agenda de papel, de la que presume mucho y que, según él, es infalible.
Con lo cual se demuestra, como ya quedó patente en la famosa película de Billy Wilder, que nadie es perfecto.