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Ignacio Riesgo
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Se incluyen artículos que yo he escrito y que han sido publicados, bien en prensa general, en prensa profesional o en capítulos de libros

¿Será capaz el sistema sanitario de sacar las enseñanzas de la pandemia? (mayo, 2020)

24/05/2020/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

 

 

 

 

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La crisis del coronavirus no fue una crisis del sistema sanitario. Fue una crisis de Salud Pública o, si se quiere, de Seguridad Nacional.

El sistema sanitario reaccionó con extraordinaria agilidad a lo que fue una absoluta avalancha, y, aunque en algunas zonas de España, como Madrid, llegó al colapso, lo cierto es que fue capaz de duplicar las camas de UCI y reconvertirse por completo en solo diez días, una proeza no menor.

Sin embargo, esta crisis tiene algunas enseñanzas para el sistema sanitario, al menos en seis ámbitos: general; de salud pública y seguridad nacional; asistencial; profesionales; ciencia; y, empresas relacionadas con la sanidad.

Desde el punto de vista general, quedaron claras tres cosas. La primera, que hay que tener mucho cuidado con los recortes en sanidad. No ponemos en relación los problemas de gestión durante la crisis con los recortes que tuvieron lugar entre 2010 y 2013, pero la pandemia ha dejado claro ante la población la necesidad de contar con un sistema sanitario fuerte y bien dotado en medios y personal (público, por supuesto, pero también privado). En lo que se refiere al sistema público, la reivindicación de reforzarlo merece todo el apoyo. Pero este refuerzo no puede hacerse con la técnica de “tirar dinero desde un helicóptero”, sino aprovechar la oportunidad para avanzar en las reformas pendientes. En segundo lugar, quedaron claras las dificultades de gobernanza del Sistema Nacional de Salud. Algo ya sabido, pero que la crisis se encargó de subrayar. También, en tercer lugar, las carencias en el sistema de información, que llegó en muchos momentos a tener dificultades hasta para conocer el número de muertos o de ingresos en las UCIS. La falta de modelos de datos comunes, de interoperabilidad y de estándares es un problema mayúsculo. Ya lo sabíamos. Solo ha quedado más evidente.

En cuanto a Salud Pública y Seguridad, parece claro que Salud Pública demostró no tener un plan efectivo. Disponer de una Salud Pública robusta es una necesidad, lo que no puede hacerse con solo el 1,1% de los gastos sanitarios dedicados a Salud Pública o sin el Centro Estatal de Salud Pública, previsto en la Ley pero nunca puesto en marcha. En cuanto a la Estrategia Nacional de Seguridad, aunque se había detectado en la misma la amenaza a la seguridad nacional de las epidemias y pandemias, se ha puesto de manifiesto la necesidad de pasar de las brillantes estrategias a los planes detallados, capaces, llegado el caso, de ser operativos. La carencia de reservas estratégicas también quedó claro. Lógicamente, no es posible ni tendría sentido tener un sistema sanitario dimensionado para cualquier pandemia, pero sí disponer de unas mínimas reservas estratégicas (tal vez respiradores, equipos de protección individual, reservas de medicamentos básicos, etc.). También seguramente habrá que plantearse el no depender de cadenas de suministros tan alejadas y la necesidad de disponer de un mínimo de capacidad de producción nacional para determinados productos.

En lo que se refiere a la asistencia, quedó claro, una vez más, la necesidad de reforzar, desde el punto de vista de capacidad diagnóstica y de personal, la Atención Primaria. El no poder hacer test en los centros de salud fue uno de los grandes problemas de esta crisis. ¿Qué decir de las residencias de mayores? Faltó una identificación de sus residentes como grupo de riesgo, de nuevo un problema de Salud Pública, y el tener unas relaciones fluidas con la asistencia sanitaria y en concreto con la Atención Primaria. En un sentido más amplio, quedó clara la necesaria relación entre los servicios sociales y los sanitarios. Un fenómeno que se dio durante la crisis es el surgimiento, casi de forma improvisada, de consultas telefónicas, tanto para pacientes COVID como no-COVID. Esto es algo que tendría que quedarse y representar un impulso inicial a la telemedicina. También desde el punto de vista asistencial vimos como el sector privado colaboraba activamente con la crisis, atendiendo al 19% de los contagiados (22.000 pacientes)  y realizando el 10% de los ingresos en las UCIs. Que la sanidad privada puede contribuir a resolver problemas al servicio público ha quedado claro, ¿tendrá que llegar otra pandemia para que esta facultad se desarrolle?.

En relación con los profesionales, aparte de sus actos rayanos con el heroísmo, se ha visto la capacidad para constituir de manera rápida equipos multidisciplinares, lo que no debería perderse. También el destacado papel de la enfermería cuya cualificación está muy por encima de las labores que el sistema les permite, particularmente en atención primaria. Otra cosa que quedó de manifiesto es la necesidad de un liderazgo médico, casi ausente durante toda la crisis, al revés que en los sectores farmacéutico y de tecnología médica.

Por lo que respecta a la ciencia, también se puso en evidencia la necesidad de dar más madurez a las relaciones ciencia-decisores políticos, problema no exclusivamente de sanidad sino del conjunto del país. Por otra parte, la carrera del descubrimiento de un tratamiento o de una vacuna, ha puesto de manifiesto lo que ya también sabíamos: que la ciencia no es un lujo.

Por último, las empresas vinculadas a sanidad, fundamentalmente las farmacéuticas, de tecnologías médicas y de tecnologías de la información en salud, han jugado un papel destacado. Bien directamente, o a través de Farmaindustria y FENIN, han ejercido un importante liderazgo durante toda la pandemia, en el sentido de identificar su aportación a la crisis en múltiples campos y llevar a cabo esas acciones. Con ello han demostrado lo que ya nos constaba: que no son solo proveedores, ni siquiera solo “partners”, como a veces se ha dicho para resaltar su importancia, sino elementos fundamentales de la cadena de valor del sistema sanitario. Otro elemento a aprovechar en el futuro.

¿Será capaz el sistema sanitario de aprender esas lecciones?. No será fácil. Lo veremos.

Publicado 24 de mayo, 2020, en La Razón:

¿Será capaz el sistema sanitario de sacar las enseñanzas de la pandemia?

 

 

 

 

 

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El mejor sistema sanitario del mundo (abril, 2020)

05/04/2020/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

 

Artículos sobre los flagrantes errores de gestión de la pandemia de la COVID, que han sido tratados de explicar por los recortes de la crisis económica del 2008 y por las llamadas «privatizaciones».

Se adjunto el pdf del artículo, publicado en La Razón el 5 de abril de 2020.

El mejor sistema sanitario del mundo

 

Ver PDF de la noticia) El mejor sistema sanitario del mundo

Ver PDF de la noticia (Artículo publicado: Coronavirus Ignacio Riesgo desmonta el falso argumento de los recortes en Sanidad que intenta justificar los flagrantes errores del Gobierno en la pandemia)

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2020/04/B5655C2D-24D2-4A9E-BBBD-2B84FD743A9D.jpeg 896 630 ignacioriesgo ignacioriesgo2020-04-05 18:17:212021-11-02 11:41:38El mejor sistema sanitario del mundo (abril, 2020)

Sanidad: luces y sombras del acuerdo PSOE-Podemos (enero, 2020)

03/01/2020/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

Luces y sombras de los aspectos de sanidad del acuerdo PSOE, artículo publicado en La Nueva España, de Oviedo, el 2 de enero de 2020

 

Ver PDF de la noticia (Artículo publicado)

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2020/01/Articulo-publicado.png 1046 1832 ignacioriesgo ignacioriesgo2020-01-03 18:23:482021-11-02 11:42:02Sanidad: luces y sombras del acuerdo PSOE-Podemos (enero, 2020)

La sanidad privada ha crecido, pero no a costa de la pública (mayo, 2018)

28/05/2018/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

El pasado 28 de mayo de 2018 , La Razón me publicó una entrevista, cuyo pdf se adjunta:

 

Ver PDF de la noticia (Ignacio Riesgo: «La sanidad privada ha crecido, pero no a costa de la pública»)

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2021/11/7F9D0C6E-24E5-45D3-80F4-A57211401B5B.jpeg 868 1246 ignacioriesgo ignacioriesgo2018-05-28 07:11:552021-11-02 11:42:28La sanidad privada ha crecido, pero no a costa de la pública (mayo, 2018)

La podemización del PSOE en sanidad

18/05/2017/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

 

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Recientemente hemos asistido en el Congreso a un episodio que muestra la podemización de una parte del Partido Socialista en sanidad.

Vamos a los hechos. El Grupo Parlamentario de Podemos presentó una moción sobre la privatización de los servicios públicos de salud. En el mismo hay la consiguiente denuncia de cualquier forma de colaboración de la iniciativa privada en la gestión del servicio sanitario público. Los argumentos son los de siempre: falta de transparencia, ausencia de transferencia de riesgo, críticas al afán de lucro en sanidad, etc. Nada nuevo. Como consecuencia de lo anterior, se solicita nada menos que la derogación de las normas necesarias que permiten la provisión privada de la sanidad pública.

Sin embargo, en medio de esta crítica tan furibunda se desliza una posición por parte de Podemos que estimamos razonable: «Las colaboraciones entre la empresa privada y la pública, de existir, deberían darse dentro de un marco de buen gobierno sanitario que no existe en nuestro país». Ya el problema se plantea en otros términos: no puede haber colaboración público/privada porque no hay un buen gobierno en sanidad capaz de preservar el interés público. Este planteamiento nos llevaría a la discusión de que el auténtico problema no es tanto la colaboración público/privada, como la ausencia de buen gobierno en sanidad. Totalmente de acuerdo, lo que ocurre es que esta ausencia es un peligro no solo para la colaboración público/privada, sino también para la gestión pública y para cualquier actividad en el sector.

De todos modos, de la moción de Podemos se deduce un rechazo a cualquier colaboración del sector público con el privado en sanidad, llámese conciertos, concesiones o cualquier otra forma de colaboración.

Lo que nos sorprende es la reacción del portavoz del Partido Socialista en la Comisión de Sanidad del Congreso, Jesús María Fernández, en el debate sobre dicha moción. Dicho portavoz está realizando aportaciones interesantes al debate sanitario, como cuando solicita la recuperación del Fondo de Compensación Interterritorial o la creación de un Fondo de Innovación para estimular desde el Ministerio ciertas políticas. Pero esta vez, dándose cuenta de que el planteamiento de Podemos de rechazar cualquier colaboración público/privado en sanidad es sencillamente inviable y tal vez inspirado en la lógica jesuítica, establece una sutil distinción entre «concesiones sanitarias» y «centros conveniados». Las concesiones, malas; los centros conveniados, algo a respetar. Las concesiones fruto de la «ideología» y los «intereses económicos»; los centros conveniados, seguramente inspirados en el razonamiento lógico y el altruismo.

Una vez alejado del planteamiento inviable de Podemos, se despacha a gusto con las concesiones. Para ello no duda en recurrir a todos los tópicos al uso: «no han podido demostrar ninguna mayor eficiencia», «seleccionar pacientes más rentables y derivar los servicios más costosos al sector público», etc.

Todo ello para acabar apoyando la moción del Grupo Podemos, añadiendo además una enmienda de adicción, por si algo no había quedado suficientemente claro. El detalle de adicción consiste en apoyar al Gobierno de la Comunidad Valenciana en su decisión de no renovar el contrato de concesión sanitaria en el hospital de Alzira.

Muy interesante. Haber empezado por ahí. Ya tenemos la cuadratura del círculo: por una parte nos alejamos del planteamiento inviable de Podemos de rechazo de cualquier forma de colaboración público/privada en sanidad y, de otra, apoyamos la actitud demagógica de la Consejería de Sanidad de la Comunidad Valenciana, que viene atacando a las concesiones, bajo el peregrino argumento de hacer sinónimos sanidad pública con sanidad de gestión pública, como si los servicios que ofrecen las concesiones no fueran también servicios públicos.

No es cosa de desmontar en un artículo tan breve las descalificaciones que se hacen al «afán de lucro» en sanidad como algo absolutamente negativo e incompatible con el servicio público. El afán de lucro significa que hay que compensar al capital invertido vía dividendos o la forma que se establezca. Las empresas pueden hacer una aportación valiosa al servicio público sanitario cuando, una vez realizada esta compensación, son capaces de ofrecer un servicio más barato y de mayor calidad. ¿Es esto imposible?. En absoluto, puede hacerse por la vía de la innovación, de la buena organización y de la gestión eficiente y responsable. Desde este punto de vista, la distinción entre «concesiones sanitarias» y «centros conveniados» carece de sentido. Lo que hay que preguntarse es qué valor aportan al servicio sanitario público unos y otros. Si aportan valor, habrá que impulsarlos. Si no, habrá que replantearse la situación. Sean las malvadas concesiones o los benéficos centros conveniados.

 

 

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¿Antigüedad o méritos? (2016)

02/06/2016/en Mis artículos /por ignacioriesgo

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Artículo publicado en el diario «La Nueva España» (Oviedo), 2 junio, 2016

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En Asturias estamos asistiendo estos días a una aguda polémica a raíz de la incorporación al Hospital Central de Asturias, el hospital más importante de la región, de 70 médicos por traslado y por criterios únicamente de antigüedad.

La polémica consiste en que los jefes de servicio han rechazado el procedimiento, por considerar que deberían haberse valorado los méritos y las necesidades del hospital, mientras los sindicatos se manifestaron totalmente a favor, estimando que la antigüedad es un buen criterio y una forma de evitar arbitrariedades.

No pretendo caer en el antisindicalismo primario, pero en pocas ocasiones se ha visto de manera tan descarnada el negativo papel que los sindicatos vienen desempeñando en el sector sanitario público a lo largo de muchos años, hasta convertirse en un obstáculo muy serio para las necesarias reformas. Los llamados sindicatos “profesionales” no son una excepción, sino que suelen adoptar incluso las posiciones más radicales. No abogo, por supuesto, por una desaparición de los sindicatos, sino por una práctica sindical no reñida con la inteligencia y el sentido común.

Pero dar la razón a los jefes de servicio no agota el debate, si no planteamos otra serie de consideraciones.

En primer lugar, el propio régimen estatutario, que asimila a los trabajadores sanitarios del sector público a funcionarios, tan hiperproteccionista hacia los profesionales del sector. Con el concepto de “plaza en propiedad” crea una asimetría en la lógica profesional/gestión, a favor de los primeros, que suele impedir la más mínima gestión e introducción de cambios. Por otra parte, la cultura igualitarista, vinculada al régimen estatutario, reacia a la diferenciación y al reconocimiento individual y colectivo, es también muy negativa. Como tantos regímenes hiperproteccionistas se vuelve en contra de los intereses de aquellos a los que se pretende proteger, sobre todo de los profesionales más activos y motivados, primando los intereses de los más descomprometidos. Es así que cualquier reforma del sector sanitario público no es planteable con el régimen estatutario, que debería ser declarado a extinguir y, respetando los derechos adquiridos, realizar las nuevas incorporaciones por la vía del régimen laboral ordinario. Sólo entonces los conceptos de evaluación periódica, promoción, carrera profesional y retribución variable, tan necesarios, tendrán sentido, en el contexto de una gestión de personal madura.

Otro elemento que va implícito en el debate es el de la autonomía de los hospitales y centros sanitarios. Este es un tema que se planteó en los años 80 y 90 del pasado siglo, pero que se olvidó con las transferencias. Con ellas llegó la hegemonía sin límites de las consejerías y el avance hacia la autonomía de los centros sanitarios quedó archivado. Pero no puede haber modernización del sistema sin que los centros sanitarios tengan una mínima capacidad para ciertas decisiones organizativas, de personal y de adaptación de su oferta asistencial.

Por último, el tema de la gobernanza, que incluye una separación gobierno/gestión. Los gestores dirigen la compañía, mientras el gobierno (los miembros del consejo) se aseguran de que la gestión es correcta y que va en la buena dirección. Y con el consejo interviniendo en la selección, evaluación y cese del primer directivo del centro. Sólo así se garantiza una gestión madura. Algún paso en este sentido se está dando en el País Vasco y en una reciente resolución de la Asamblea de Madrid.

¿Antigüedad o méritos?. Por supuesto, méritos, pero sólo en el contexto de superación del régimen estatutario, autonomía de los centros y con una gobernanza que entienda el papel diferenciado del gobierno y de la gestión.

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2016/06/Captura-de-pantalla-2016-06-02-a-las-22.01.22.png 584 919 ignacioriesgo ignacioriesgo2016-06-02 15:16:322021-11-02 11:45:15¿Antigüedad o méritos? (2016)

El acuerdo de Farmaindustria con los Ministerios de Hacienda y Sanidad (2015)

23/03/2016/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

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El acuerdo de Farmaindustria con los Ministerios de Hacienda y Sanidad: un ejemplo para el sector sanitario

 Unos notables recortes del gasto sanitario público

La crisis económica ha golpeado fuertemente al sector sanitario público, cuyo gasto ha pasado de 70.579 millones de euros en 2009 a 61.710 millones en 2013, del 6,5% del PIB al 5,9% . Este significativo descenso del gasto sanitario público, más del 12% en sólo cuatro años, es algo excepcional en el contexto europeo, dónde los gastos sanitarios continuaron subiendo en este período, aunque ralentizando su crecimiento con respecto a épocas anteriores. El gasto sanitario sólo ha descendido en el 2009-2013 en términos absolutos en los países en rescate (Grecia, Portugal, Irlanda), además de en España.

El Gobierno ha sido muy efectivo en la aplicación de medidas de reducción del gasto en el sector sanitario. Este descenso se ha “logrado” fundamentalmente con dos tipos de medidas: acciones sobre el personal, básicamente reduciendo salarios y efectivos, y sobre la industria farmacéutica, disminuyendo el precio de los medicamentos. En términos absolutos es ligeramente mayor el impacto de las medidas sobre el personal, pero en términos relativos de porcentaje de reducción del gasto, la más afectada fue la industria farmacéutica.

Otra característica de esta reducción tan significativa del gasto sanitario público es que fue hecho en ausencia de medidas de reforma que dieran una cierta sostenibilidad a los cambios introducidos (mejoras en la gestión, cambios en el modelo asistencial, lucha contra los gastos evitables, énfasis en la colaboración público/privada, etc.). Tal vez la única excepción fue la introducción del copago farmacéutico a los pensionistas, lo más parecido a una reforma de calado durante este período.

Todas estas medidas hay que contemplarlas en la perspectiva del Programa de Estabilidad, que prevé que el peso del gasto público sanitario se sitúe en el 5,3% del PIB en el horizonte 2018.

Escasa repercusión de las medidas

Tal vez lo más sorprendente, tras el fuerte descenso del gasto sanitario público, es que la sanidad ha estado casi ausente de la campaña electoral reciente y eso hace pensar que no era un asunto prioritario de los partidos en liza, ni estaba entre las prioridades sociales más evidentes.

La explicación no es sencilla, pero después de los descenso del gasto de 2010-2013, el gasto se estabilizó en 2014 y ha crecido ligeramente en 2015. El deterioro de la calidad sin duda existe, pero su indicador más conocido, las listas de espera, no permite un mensaje muy preocupante de la evolución del sector. En la encuesta de noviembre del CIS la sanidad continuaba sin aparecer como un problema esencial para los ciudadanos.

La pregunta es obvia: si la reacción ha sido escasa, ¿es que estaban justificados los descensos de gasto en sanidad? ¿Acaso gastábamos demasiado y la situación “normal” es la actual?

Un cambio de liga en sanidad

Lo cierto es que España nunca ha gastado mucho en sanidad, en términos comparativos con otros países europeos. Aunque es cierto que con esta reducción del gasto, España ha cambiado de liga en sanidad. Ha pasado de 1.577 euros/ciudadano/año en 2009, un 12% menos que la media de la Eurozona-19, a 1.348 euros, un 30% por debajo. El mismo fenómeno se da en cuanto al peso del gasto sanitario público. Puede decirse que hemos pasado de estar no demasiado alejados de los países avanzados de Europa en gasto sanitario público, a encontrarnos a la altura de Lituania y Croacia.

Necesidad de plantear una recuperación del gasto sanitario público

A pesar de la escasa repercusión social de las medidas, hay varias razones que abogan por la necesidad de una recuperación del gasto sanitario público: el envejecimiento y aumento de las enfermedades crónicas; necesidades de renovación de equipamiento (totalmente obsoleto como consecuencia de la crisis); aumento de la demanda y mayores exigencias de la misma; aparición de nuevas tecnologías, no sólo farmacológicas sino también en el área de dispositivos médicos; y, por último, la comparativa internacional, fundamentalmente con la Unión Europea de los 15

Naturalmente, este crecimiento del gasto público debe compatibilizarse con medidas de reforma: sólo el aumento de recursos público, junto con el impulso de medidas que inciten al uso responsable de los recursos y que discriminen hacia los que más los necesiten, podrá asegurar un sistema sanitario de calidad y abierto a la incorporación de la innovación, a pesar de los grandes impulsores al alza del gasto.

En este contexto, la principal prioridad de la sanidad pública es la recuperación del gasto perdido en el período 2009-2013, para volver a acercarnos a los niveles de los países avanzados de Europa. Seguramente esto no podrá hacerse en un año, dados los compromisos del déficit de nuestro país, pero sí en el horizonte de una legislatura.

Lo que representan los acuerdos de Farmaindustria

Hemos visto cómo el sector sanitario ha sido castigado por la crisis y, dentro de él, el subsector farmacéutico es el que más ha sufrido en términos relativos. Es lógico que la recuperación del gasto, una prioridad del conjunto del sector sanitario, se exprese con más claridad en la industria farmacéutica.

Es en este sentido en el que hay que contemplar el acuerdo de Farmaindustria con los Ministerios de Hacienda y Sanidad, firmado el pasado 4 de noviembre de 2015. Desde una preocupación por la sostenibilidad, el acuerdo vincula el crecimiento del gasto público en medicamentos innovadores con el crecimiento de la economía: en él las compañías se comprometen por primera vez a indemnizar al Estado en caso de que este gasto crezca por encima del PIB. El acuerdo tiene una vigencia de un año, aunque prorrogable por tres años adicionales. También contempla medidas en materia de eficiencia y de colaboración en cuanto al acceso de los pacientes a las innovaciones.

Por lo tanto, este acuerdo se inscribe en la medidas necesarias para una progresiva recuperación del gasto sanitario, pero siempre desde una perspectiva de sostenibilidad, ligando esta recuperación al crecimiento económico.

Algunas reacciones negativas

El acuerdo, en vez de ser saludado e imitado por otros agentes del sector, fue durante criticado por la Organización Médica Colegial, entendiendo que se inscribe en una lógica de suma 0, con lo que cualquier subida del gasto farmacéutico iría en detrimento de otras partidas, concretamente la de los profesionales. En vez de sumarse a ese esfuerzo de recuperación del gasto sanitario que, en último término, sólo puede entenderse a la larga desde una flexibilización en los plazos o una reformulación en materia de previsiones de gasto público sanitario del Programa de Estabilidad.

Es difícilmente entendible que desde las máximas instancias corporativas médicas se mantenga una beligerancia constante contra la industria farmacéutica, hasta llegar a cuestionar el sistema de patentes. Todo ello en vez de sumarse a sus esfuerzos de recuperación del gasto sanitario público.

El acuerdo de Farmaindustria, un ejemplo para el sector

Este acuerdo debería ser un ejemplo para el conjunto de actores del sector sanitario, para que focalicen sus prioridades en lo realmente importante: una recuperación del gasto sanitario. Algo que sólo será aceptado por las autoridades económicas si al mismo tiempo se plantean unas medidas de reforma en profundidad del sistema, que aseguren su sostenibilidad a largo plazo. Si esto no ocurre y el gasto vuelve a dispararse, mucho nos tememos que las medidas que se tomen vuelvan a ser las mismas: acciones sobre los profesionales y sobre la industria farmacéutica.

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2016/05/Screen-Shot-2016-05-23-at-10.33.15.png 1244 868 ignacioriesgo ignacioriesgo2016-03-23 08:27:042021-11-02 11:46:19El acuerdo de Farmaindustria con los Ministerios de Hacienda y Sanidad (2015)

Qué queremos decir por industrialización de la medicina

22/02/2016/en Mis artículos /por ignacioriesgo

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¿Qué queremos decir con “industrialización de la medicina”?

La revista New Medical Economics me propone – y se lo agradezco muy sinceramente- un reto interesante. Resumir en aproximadamente 800 palabras el contenido de mi reciente libro “¿Médicos o robots?. La medicina que viene” ([1]). Teniendo en cuenta que el libro tiene nueve capítulos y más de trescientas páginas, ya se puede entender que la tarea no es fácil.

El título del libro puede confundir, pero de lo que trata, en esencia, es de la industrialización de la medicina.

Se parte de la constatación de que la medicina y la sanidad son hoy en día un gran sector económico, pero cuya actividad central, la relación médico/enfermo, sigue siendo artesanal, es decir, influida por las características personales del artesano, en este caso el médico.

Esto, en la época preindustrial, en la que la relación médico/enfermo era prácticamente la única actividad de la sanidad, era comprensible. “Soy un hombre que está a solas con otro hombre, como en una isla desierta”, decía un famoso clínico berlinés en el siglo XIX. Pero ocurre que, en los últimos tiempos, la relación médico/enfermo sigue siendo la actividad central de la medicina, pero está rodeada de una conjunto muy variado de instituciones y empresas públicas y privadas (Administraciones, aseguradoras, empresas farmacéuticas, empresas de tecnologías médicas, hospitales, laboratorios varios, etc.). Todo un complejo sector, que en los países industrializados alcanza entre el 9-10% del PIB (18% en Estados Unidos). De isla desierta, nada. Más bien esta relación médico/enfermo se parece ahora al concurrido camarote de los hermanos Marx, en la famosa película “Una noche en la ópera”.

Se da así, de forma clara, una posible contradicción entre este gran sector industrial y la actividad central sobre la que se asienta, que es la relación médico/enfermo, por otra parte determinante, en gran medida, de la calidad y coste de la asistencia que se ofrece.

¿Cómo ese gran sector va a asentarse sobre una actividad de base artesanal?. Como sector industrial, sus instituciones y empresas, y también los pacientes, exigen predecibilidad en calidad y costes, justamente lo que no puede ofrecer un sector artesanal. Por eso decimos que la medicina está sujeta a una tardía –en relación con otros sectores- industrialización.

¿En qué consiste la industrialización?. Vamos a empezar al revés, por lo que no es. Entre los médicos la simple palabra industrialización les asusta, interpretándola muchas veces como despersonalización. Pero nada más falso. Siempre la medicina será la aplicación de la ciencia médica general a las características y preferencias personales de cada individuo.

¿Qué es entonces la industrialización en la medicina?. Consiste en la transformación que se da en la relación médico/enfermo, como consecuencia de tres fenómenos: incorporación de tecnología, estandarización de procesos y cambio de roles profesionales.

La relación médico/enfermo seguirá siendo una relación privada, no pública, pero, y ese es el gran cambio, sometida a escrutinio. El médico ya no responde sólo ante sí mismo y ante los colegas –como en el profesionalismo tradicional- sino ante el conjunto de instituciones y empresas que operan en el sector sanitario, que sin estar presentes físicamente en la relación médico/enfermo, aportan valor a la misma y tienen el derecho a conocer y evaluar tanto la calidad como el coste que se genera como consecuencia de esa relación. La historia clínica electrónica permite este escrutinio, imposible de hacer cuando la relación médico/enfermo quedaba escondida en el papel.

De los tres grandes componentes de la industrialización de la medicina, el más difícil de asumir y de implantar, y el que más resistencias va a encontrar, es el cambio de roles profesionales. Será mucho más fácil la incorporación de tecnología y la estandarización de procesos. Partimos de la base de que de lo que hace actualmente el médico, muchas cosas podrán ser sustituidas por máquinas (ordenadores y robots) y otras muchas por otros profesionales, fundamentalmente enfermeros. ¿Qué es entonces lo que queda al médico?. Algo fundamental: la comunicación con el paciente y la orientación de casos complejos. El médico debe estar en la “medicina narrativa”, ayudando al paciente a elaborar una narrativa propia de su enfermedad. Precisamente las grandes eficiencias que vemos en algunas instituciones sanitarias indias (Aravind, Apollo, etc.), que logran hacer ciertas intervenciones por menos de la décima parte del coste que en los países occidentales, vienen dadas, en gran medida, por la juiciosa utilización del trabajo médico, sustituyendo lo que puede ser suplido por la labor de otros profesionales.

De esto trata el libro. De situar este gran cambio en la historia de la medicina; del análisis de los impulsores de este cambio; y, de su profundo impacto sobre los profesionales, las instituciones y la política sanitaria.

[1] Ignacio Riesgo

¿Médicos o robots?. La medicina que viene.

Editorial Rasche, 2015

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2016/05/Captura-de-pantalla-2016-05-22-a-las-17.33.38.png 525 650 ignacioriesgo ignacioriesgo2016-02-22 15:35:422016-02-22 15:35:42Qué queremos decir por industrialización de la medicina

La medicina del futuro: de la artesanía a la industria

09/12/2015/en Mis artículos /por ignacioriesgo

Entrevista publicada en La Nueva España (Oviedo), en diciembre de 2015, a raíz de la aparición del libro «¿Médicos o robots?. La medicina que viene».

 

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  • ha escrito un libro titulado ¿Médicos o robots?. ¿ Cual es el mensaje fundamental del libro?

El libro es realmente sobre industrialización de la medicina. Parto de la base de que la actividad central de la medicina y la sanidad ha sido y es la relación médico/enfermo y esta ha sido tradicionalmente una actividad artesanal, en el sentido de que sus principales características venían dadas por el artesano, en este caso el médico. Aunque tardíamente en relación con otros sectores, la medicina está experimentando una industrialización, con la incorporación a esta relación médico/enfermo de tecnología, estandarización de procesos y cambio de roles profesionales. Como en otros sectores, este cambio va a significar servicios de más calidad, más baratos y más accesibles a nuevas capas de la población.

Algunos médicos temen a la industrialización, equiparándola con despersonalización. Pero nada más alejado de la realidad, siempre la medicina será la aplicación de la ciencia médica a las características particulares de cada individuo.

  • ¿En qué fase nos hallamos actualmente? ¿Cuáles son sus características definitorias?

Hacia finales del siglo XIX el gran clínico berlinés Scheweninger decía al referirse a la relación médico/enfermo: “Soy un hombre que está a solas con otro hombre, como en una isla desierta”. Pero hoy en día el sector sanitario es muy complejo y está constituido por múltiples instituciones y empresas públicas y privadas, que en los países industrializados representan en torno al 9-10% del PIB, quitando a Estados Unidos, que están ya en el 18% de PIB dedicado a sanidad. Por lo tanto la relación médico/enfermo ya no se parece hoy a una isla desierta, sino, más bien, al concurrido camarote de los hermanos Marx. Empresas farmacéuticas y de tecnología médica, aseguradoras, provisores, Administraciones sanitarias,… todas están presentes, en sentido figurado, y aportando valor a esa relación médico/enfermo. Y, puesto que aportan valor, no hay intrusos, todos tienen su sitio en la relación médico/enfermo, que sigue siendo una relación privada, no pública, pero, y ahí está la clave, sometida a escrutinio. La historia clínica electrónica, al sacar a la práctica médica de su encierro en el papel, permite este escrutinio.

  • ¿Qué factores condicionarán la medicina del futuro?

Este gran cambio que representa la industrialización va a tener un gran impacto en todos los actores del sistema sanitario: en los profesionales, en las organizaciones sanitarias, en los ciudadanos y en las Administraciones sanitarias. A destacar el nuevo papel de los ciudadanos, que tendrán cada vez más voz en ciertas decisiones clínicas que les afectan, lo cual está en contradicción con gran parte de la tradición médica. No olvidemos que Hipócrates, el gran fundador de la medicina técnica, es también el padre del paternalismo médico y son conocidas sus recomendaciones de no dar información a los pacientes, sobre todo en cuanto al pronóstico.

  • ¿Dependerá todo, o casi todo, de la tecnología?

La tecnología es fundamental y está permitiendo avances insospechados hace sólo unos años. Pero me parece que el cambio fundamental es organizativo y de modificación de roles profesionales.

  • ¿Qué franja de la población mundial tendrá acceso a una sanidad solvente? (es decir, ¿quién podrá pagarla?).

En esto debemos ser claros: la mayor parte de la población mundial, es decir, de los 7.000 millones de personas de la Humanidad, no tiene acceso a algo que pueda denominarse servicios sanitarios. En el libro presento un cuadro pavoroso, los 312 millones de americanos tienen un gasto per cápita en salud de 9.500 dólares; los 932 millones de los países de la OCDE, sin Estados Unidos, el gasto está en 3.000 dólares al año; pero los 5.800 millones restantes tienen un gasto sanitario per cápita al año de 90 dólares. Estas necesidades de salud global son uno de los impulsores de la industrialización de la medicina. Imposible dar atención a este ingente número de población con el esquema artesanal de la medicina preindustrial.

  • ¿La medicina será prioritariamente un servicio o un negocio (o un servicio muy lucrativo)?

No veo la contraposición entre servicio y negocio. Hay gente que rechaza absolutamente el “ánimo de lucro” en sanidad, pero yo no comparto ese criterio. Es posible tener un sistema sanitario financiado públicamente, con empresas sanitarias privadas que aportan valor y tienen, como en cualquier negocio, una compensación vía beneficios.

Por otra parte, sanidad es un sector que va a duplicar su tamaño a nivel global en los próximos años. Se dice que va a pasar de los 6.500 millones de millones de dólares en 2014 a 12.000 en el 2022. Y el gran impulsor de este crecimiento es el desarrollo de las nuevas clases medias, fundamentalmente en Asia.

  • ¿Tienen futuro los sistemas sanitarios públicos?

Por supuesto que tienen futuro, siempre que haya una preocupación por su sostenibilidad, que no es nada fácil de lograr teniendo en cuenta el escenario fiscal, la gran tendencia al alza del gasto sanitario y los compromisos de déficit derivados del Programa de Estabilidad. En España los recortes por la crisis económica han sido nefastos para el sistema sanitario. El gasto sanitario público ha sido 10.000 millones menos en 2013, comparándolo con el de 2009, más de un 12% de bajada, lo que nos ha hecho cambiar de liga en Europa, situándonos a nivel de los antiguos países del Este. Sólo en Asturias la diferencia del gasto de 2009 al de 2013 es de 228 millones. Cualquier programa realista pasa por la recuperación del gasto de 2009 en unos años, lo que no es ni planteable sin ofertar, al mismo tiempo, profundas reformas en el sistema. No todo va a ser pedir más recursos.

  • ¿Sistemas “nacionales” de salud o” internacionales”?

Los sistemas sanitarios se han desarrollado como sistemas nacionales, pero cada vez hay más retos globales de salud, que exigen una política y una gobernanza sanitaria global. Ya no estamos hablando de “medicina tropical”, cuando se viajaba a países exóticos, sino de auténticas amenazas globales de salud, que sólo pueden tener una respuesta global.

  • ¿Puede suceder que la medicina avance tanto que ya no quede nadie sano? Dicho ya en serio: ¿Existen en la medicina factores que induzcan su autodestrucción?

No sé si se podrá llegar a eso, pero en todo caso estamos muy lejos. Lo que estamos viendo es un cambio epidemiológico con predominio creciente de las enfermedades crónicas, no sólo en los países desarrollados sino en las economías emergentes.

  • ¿Por fin la prevención se impondrá a la curación?

Muchas enfermedades crónicas son prevenibles y por lo tanto el papel de la prevención es fundamental.

  • ¿Veremos una sociedad más o menos medicalizada que en el momento actual?

Una cierta medicalización de la sociedad es inevitable, ya que responde a que la medicina tiene cada vez más armas que le permite resolver problemas con éxito, hasta ahora absolutamente inabordables por la Humanidad. Dicho lo anterior, hay que impulsar también mucho los autocuidados, o cuidados que uno se da a sí mismo, sin recurrir a ayuda profesional.

  • ¿Qué sucederá con la industria farmacéutica?

La industria farmacéutica, como la de tecnología médica, ha aportado armas eficaces a la medicina, gran parte del aumento de la esperanza de vida se debe a contribuciones de la industria farmacéutica y todo indica que, con los cambios necesarios, seguirá jugando este rol fundamental.

  • ¿Cómo evolucionará el rol social y profesional del médico? ¿Y el del enfermero?

Los enfermeros claramente pueden y deben aumentar su ámbito de actividad. En cuanto a los médicos, de lo que tradicionalmente venían haciendo, una parte será realizada por ordenadores y robots y otra por enfermeros y otros profesionales. Les queda un rol fundamental: la comunicación con el paciente y la orientación de casos complejos. El médico debe estar en la “medicina narrativa”, ayudando al paciente a elaborar una narrativa sobre su enfermedad.

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2016/05/Captura-de-pantalla-2016-05-22-a-las-13.15.32.png 579 467 ignacioriesgo ignacioriesgo2015-12-09 08:17:552015-12-09 08:17:55La medicina del futuro: de la artesanía a la industria

¿Médicos o robots?

22/11/2015/en Mis artículos /por ignacioriesgo

 

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Publicado en la newsletter de la Fundación Economía y Salud

 

Ver PDF de la noticia

Ignacio Riesgo, médico, gestor y consultor sanitario, ha publicado un libro titulado “¿Médicos o robots?. La medicina que viene” (Editorial Rasche, 2015), http://medicosorobots.es/index.html

Este libro trata de la tardía, en comparación con otros sectores, industrialización que está experimentando la medicina.

La actividad central de la medicina es la relación médico/enfermo. Hace unos años esto era todo el sector sanitario. “Estoy ante un enfermo como un hombre frente a otro hombre, como en una isla desierta”, decía un conocido clínico vienés del siglo XIX. En aquel momento era casi así. Pero ya no hoy. En torno a esa relación médico/enfermo se ha creado todo un gran sector industrial que en los países industrializados representa en torno al 10% del PIB (18% en Estados Unidos).

Es por eso que la relación médico/enfermo ya no se parece a una isla desierta, sino más bien al camarote de los hermanos Marx, en su famosa película “Una noche en la ópera”. Todas las variadas instituciones y empresas que constituyen el sector sanitario no están físicamente presentes en esa relación, pero sí lo están en sentido figurado aportando valor a la misma ¿Podríamos figurarnos lo que sería hoy la relación médico/enfermo sin la aportación de la industria farmacéutica o la de tecnologías médicas? ¿O sin la presencia de la Administración, que hace posible en muchos casos esa relación, financiándola?

Puede haber una contradicción entre este gran sector industrial y la actividad artesanal –la relación médico/enfermo- en la que se asienta. No olvidemos que esta relación es el mayor condicionante tanto de la calidad como de los costes del sector sanitario.

Como en otros sectores, esta industrialización consiste en la incorporación a esa relación de tecnología, estandarización de procesos y nuevos roles profesionales.

Industrialización no significa despersonalización. Siempre la medicina será la aplicación del conocimiento biomédico a las circunstancias personales de cada individuo.

Este gran cambio tiene unas consecuencias para los distintos actores en el sector sanitario:

  • Para las organizaciones sanitarias

Que deben ser conscientes que la estandarización de procesos es su know-how fundamental.

  • Para los gestores sanitarios

Que deben preocuparse de gestionar no tanto lo no sanitario, sino lo que es core del sector: la atención a los pacientes.

  • Para las empresas suministradores de productos y servicios al sector

Que no son intrusas en el sector, sino que aportan un valor fundamental a la actividad central del sector: la relación médico/enfermo.

  • Para los profesionales sanitarios

Que tendrán que adaptarse a nuevos roles profesionales, muy en particular los médicos.

  • Para las Administraciones sanitarias

Que tendrán que impulsar este movimiento de industrialización del sector sanitario, como la única manera de hacerlo de calidad y sostenible.

Un libro de interés para los distintos actores en el sector sanitario.

 

 

 

 

 

 

https://ignacioriesgo.es/wp-content/uploads/2016/05/Captura-de-pantalla-2016-05-22-a-las-16.34.17.png 814 1653 ignacioriesgo ignacioriesgo2015-11-22 14:35:342015-11-22 14:35:34¿Médicos o robots?
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