¿Es la muerte humana evitable?
El reciente libro de Michiu Kaku, Physics of the Future, dedica un capítulo al futuro de la medicina (págs. 136-198), que todo él es apasionante.
Entre otros temas, trata el de la inevitabilidad o no de la muerte humana. Por décadas, la mayor parte de los científicos creían que el lapso de la vida era fijo e inmutable, más allá de las posibilidades de la ciencia. En los últimos años, esta creencia ha sido puesta en duda, por algunos experimentos que han revolucionado el campo.
Los secretos del proceso de envejecimiento están siendo descubiertos y la genética juega una parte vital en este proceso. Mirando al reino animal, vemos una gran variedad de lapsos de vida.
Las observaciones en otros animales ha dado lugar a una “teoría unificada del envejecimiento”. Los científicos ahora creen que el envejecimiento es una acumulación de errores a nivel genético y celular. Estos errores pueden originarse de varias formas. Por ejemplo, el metabolismo crea radicales libres y oxidación, que daña la delicada maquinaria de nuestras células.
La creación de estos errores genéticos es un subproducto del segundo principio de la termodinámica, que dice que la entropía total (es decir, el caos) siempre aumenta. Es por lo que la oxidación y la descomposición son hechos universales de la vida. El segundo principio es inexorable. Todo, desde las flores del campo a nuestros cuerpos e incluso el conjunto del universo está destinado a envejecer y morir.
Pero hay, Michiu Kaku comenta, una escapatoria a este segundo principio de la termodinámica. La idea es que se puede reducir la entropía en un sitio, con tal de que aumente en otro (es el argumento de la famosa novela de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray. Mr Gray era eternamente joven, pero en el retrato era cada vez más viejo. Así que la cantidad total de envejecimiento todavía crecía). El principio de entropía puede verse en la parte de atrás de una nevera. Dentro de la nevera, la entropía decrece ya que la temperatura baja. Pero para bajar la entropía, tiene que haber un motor, que aumenta el calor generado detrás de la nevera. Así que la entropía total crece y el segundo principio de la termodinámica queda a salvo.
Richard Feynman, Premio Nobel de Física en 1965, escribió: “No hay nada en biología que nos hable hasta ahora de la inevitabilidad de la muerte. Esto me sugiere que no debe ser inevitable y que es sólo cuestión de tiempo para que lo biólogos descubran que esta terrible enfermedad de la temporalidad del cuerpo humano puede ser curada”.
¿Cuestión de tiempo? El problema es cuánto. Más que nada para ver si somos capaces de verlo nosotros.