¿Por qué no hacia un “gobierno de gran coalición” en sanidad, como en Alemania?
Hacia un gobierno de “gran coalición”
Las elecciones generales en España serán en 2015. Aunque más de un año es una eternidad en política, todo parece indicar, si nos fiamos de la tendencia de las encuestas, que ninguno de los dos partidos que hasta ahora han ostentado la responsabilidad del Gobierno central van a obtener un resultado que les permita gobernar en solitario o con apoyos circunstanciales. Más bien tendrán que embarcarse en complicadas combinaciones multipartidistas, de resultado incierto y nunca experimentadas a nivel nacional, o avanzar en lo que, utilizando la terminología alemana, podríamos llamar la “gran coalición”.
Sin entrar en este momento en posicionamientos concretos de lo que es deseable o no, es evidente que el sector sanitario debe estar preparado para esta eventualidad y realizar una aportación específica sobre la misma.
La necesidad de una política de consenso en sanidad
Aunque seguramente no sea la única oportunidad, es evidente que este posible planteamiento de gobierno de “gran coalición”, se concrete o no, ofrece al sector sanitario la posibilidad de contribuir a definir un espacio de “políticas de consenso”, lo que en todo caso, y sea cual sea el color político del Gobierno, consideramos algo deseable y un valor en sí mismo.
Lo que hemos visto en sanidad en los últimos tiempos no puede ser más desalentador:
- Por una parte, se defiende el “blindaje” del sistema, deslegitimando cualquier intento de cambio o reforma del mismo.
- Por otra parte, desde otras posiciones, se ofrece la implicación de la empresa privada como la única solución al sistema, lo que consideramos al mismo tiempo insuficiente en cuanto a los cambios necesarios y desestabilizador, por no plantearse en un contexto más general de reformas y con un consenso básico (o al menos un disenso limitado, no una confrontación abierta).
Ambas posiciones se presentan como absolutamente irreconciliables y con un enfrentamiento abierto y sin límites. Los múltiples recursos al Tribunal Constitucional y la permanente judicialización de la actividad sanitaria es una muestra de esta realidad.
Consideramos lo anterior como algo absolutamente indeseable y letal para el sector sanitario, para la moral de los profesionales y para la necesaria confianza de los ciudadanos en el sistema.
Al decir lo anterior no estamos diciendo, como a veces de forma simplificada se propone, que la política abandone y no tenga ningún papel en la sanidad. Lo que decimos es que el juego de lógicas discrepancias políticas debe actuar sobre un entendimiento básico de valores compartidos entre todos los agentes políticos y sociales.
El sistema sanitario tiene la responsabilidad, no en solitario pero con un papel relevante, de contribuir a la definición de este espacio de entendimiento y estos valores compartidos. Desde esta lógica se realizan estas propuestas.
El Sistema Nacional de Salud ya nunca será igual
Los cambios políticos, económicos, la evolución de la tecnología, los planteamientos en sanidad en otros países de nuestro entorno y las aspiraciones de los ciudadanos, nos llevan a la conclusión de que el Sistema Nacional de Salud ya nunca será igual a cómo lo conocimos en su origen. Por lo tanto, presentar el conjunto del Sistema Nacional de Salud como algo intocable nos parece inútil y contraproducente, incluso desde el punto de vista de los valores que se dice defender.
Lo anterior nos obliga a analizar qué elementos o valores del actual Sistema Nacional de Salud se deben preservar; cuáles necesitan cambios y reformas en profundidad; y, a qué nuevos retos hay que responder.
De forma inicial y como simple propuesta de trabajo nos apoyamos en el siguiente esquema:
- Elementos a preservar:
- La financiación predominantemente pública
- La cobertura universal
- La existencia de una cartera de servicios común en todo el territorio nacional
- Qué hay que rectificar y reformar en profundidad
- Los sistemas de gestión
- El régimen de personal, superando el obsoleto régimen estatutario
- La separación total entre el mundo de lo público y lo privado, estableciendo formas consensuadas y avanzadas de colaboración público/privada
- Nuevos retos
- En el nuevo escenario de transferencias, un esquema de coordinación razonable
- Un nuevo modelo de gobernanza, que implique también a los profesionales y a las empresas vinculadas al sector
- Avanzar en la participación ciudadana
Creemos que sólo un esquema similar al anterior nos permitirá avanzar y superar el clima de enfrentamiento virulento en el que se ha convertido el mundo sanitario.
No queremos minimizar ni simplificar el alcance lo que estamos proponiendo, que no es solamente una cuestión técnica. Como en otros países de nuestro entorno, esto va a significar una redefinición de elementos claves del pacto social con los ciudadanos.
Cuatro propuestas iniciales de líneas de trabajo
Al margen del avance de lo anterior, proponemos cuatro principios, a partir de los cuáles se podrían articular unas líneas de trabajo:
1. La necesaria asunción de un largo período de austeridad mantenida
- El sistema sanitario se va a enfrentar a un largo período de austeridad mantenida, en un doble sentido: a) serán difíciles crecimientos mantenidos muy por encima del crecimiento del PIB, a los que el sistema estaba acostumbrado; y b) no se asumirán desviaciones presupuestarias como forma habitual de trabajo, de tan funestas consecuencias en la historia del Sistema Nacional de Salud.
- Lo anterior va a requerir dos líneas de trabajo:
- Mejoras en la eficiencia:
- Reformas en la forma de gestión del sector público, fijando objetivos económicos y de calidad a las instituciones sanitarias públicas
- Reformas en el régimen de personal
- No tolerancia frente a desviaciones en el presupuesto
- Rigurosidad en los pagos a proveedores, ya que la existencia de un sector de empresas sanitarias solventes en un requisito para la sostenibilidad del sistema
- Impulsar la colaboración público/privada en la gestión, fijando unas reglas de juego y sacando a estas operaciones de la controversia política a que se han visto sometidas en los últimos tiempos.
- Redefinir los compromisos del Estado, en cuanto a paquete de servicios y beneficiarios, favoreciendo la participación de los que tengan recursos en el mantenimiento del sistema, aunque garantizando siempre la cobertura universal:
- Favorecer e impulsar la contratación voluntaria de seguros privados
- Impulsar la participación de las empresas en las labores de cobertura asistencial, así como en la prevención y promoción
2. Revolución asistencial
- Todo parece indicar que las características que ha tenido la prestación sanitaria hasta ahora, con un rol fundamentalmente curativo y siempre basándose en actividad presencial, va a cambiar radicalmente.
- Desde el punto de vista anterior, entendemos que los cambios deben ir en la siguiente línea:
- Impulsar todo el cambio hacia la prevención y promoción, implicando a los ciudadanos y a los colectivos en esa labor.
- Favoreciendo la incorporación de las tecnologías de la información en sanidad, sobre todo en la medida en que permitan desplazar gran parte de la actual actividad presencial a actividad a distancia.
- Redefiniendo el espacio socio-sanitario, implicando en el mismo a los actuales proveedores de servicios residenciales y no residenciales a la tercera edad.
3. Hacia un “nuevo profesionalismo”
- El profesionalismo – es decir, en último término, el compromiso de los profesionales, fundamentalmente médicos y enfermeros, con los pacientes- es la base del funcionamiento de cualquier sistema sanitario. Como criterio general creemos más como garantía del correcto funcionamiento del sistema sanitario en el ejercicio del profesionalismo responsable y en el papel activo de los pacientes, que en la hiperregulación y la permanente inspección de un sistema tan complejo como el sanitario.
- Naturalmente, no se pretende resucitar el viejo profesionalismo y la auto-regulación de los médicos, como únicos instrumentos de control profesional. Sino sentar las bases de un “nuevo profesionalismo” basado en la transparencia y la rendición de cuentas, como nuevos grandes valores.
4. Mayor papel de los pacientes
- No estamos en contra de la regulación. Pero la regulación no lo resuelve todo. Creemos más como impulso a la calidad del sistema en el ejercicio de un papel cada vez más activo de los pacientes.
- Lo anterior se manifiesta en dos líneas de trabajo:
- Transparencia en los resultados , particularmente en aquellos que aportan valor a los pacientes, único elemento de legitimación del sistema.
- Incorporación de la experiencia de los pacientes (y por lo tanto de sus opiniones), como elemento fundamental de mejora de la calidad, como han hecho otros sectores antes que el sanitario.
El papel del sistema sanitario como articulador de propuestas
El papel del sistema sanitario es básico en la articulación, vía propuestas, de este consenso básico, que es importante construir, tanto si se avanza hacia un Gobierno de gran coalición como, más aún, si no se produce esta eventualidad.